Primera llamada
los telones largos y brillantes se deslizan,
se escucha el grifo de agua que cae con furia,
sábanas frías por el suelo,
un silencio con sonido de zipper,
la boca sopla un pudor que entra al músculo
y tal cusco salta el monte cruzando así el muro del útero,
el colchón oscila tanto que la Biblia se cae del buró
la gente aplaude
***
Y en un ¡pum!
regresa al charco de ilusión
dale la lluvia a las plantas
ellas hacen fiesta con la humedad
satúrate a la raíz del pasado
palmas arriba y sentirás el fresco.
Los mosquitos luchan entre gotas al vuelo
pisamos tierra y no luchamos
sin saborear el devenir no habrá ningún reclamo
ni juicio que lo suspenda,
porque no lo hubo al tocarse, al sentirse
Así que se cierra el trato aquí
sin testigos más que la ausencia y el hastío
parados en una esquina rozándose al cielo
***
Punta de la arena
Los días ya están coloridos, deberías venir a acariciarme, a estar así nomas viendo el sol, o igual vamos a pasear en el carro, y te sientas al lado mientras yo le sonrío al retrovisor. No veríamos a nadie pasar y el clima no estará tan frío o demasiado soleado.
Una carretera larga enfrente de nosotros, una muy muy gris.
Un regalo
***
Y entonces me rodeé de cactus secos
la tierra fértil se había acabado
el asiento de al lado no podía venir solo
tenía que estar ocupado por quien fuese
una llamada tras otra,
buscando un sí voy
tecleo el mismo número al terminar la vuelta
sigue sonando ocupado, porque iba a cambiar
la primera llamada es la misma que la última,
una isla cambia hasta que se hunde.
***
Es en un carro dónde ocurrió
a mí padre le gustan los carros,
los cuida, les limpia las ropas,
los pule brillante
el asiento es duro
y el volante no me deja estirar las piernas
sigo adelante cargando maletas de lo que no recuerdo
estiro la pierna y suena el claxon,
los deseos cantan tal cual pajarito amarillo
picoteando la ventana
tin, tin, tin
***
El cofre se llena de mierda de paloma,
a veces son manchas de ácido,
las llantas recogen lo que se deja en las calles
un montón de ojos que no lloran,
y flores que nunca pierden su verde vivo
el plateado sigue andando sin retrovisor,
los que me ayudaban
se cansaron de dar abrazos a lo inerte,
subo el volumen de la radio, no para cantar,
sino para no ver el golpeteo de imágenes en las ventanas
taz, taz, taz, taz
***
Le abrí la puerta de atrás al amor masculino,
mi padre ya estaba allí sentado con cara triste
él otro no se subió, cerré la puerta y me fuí
***
La vuelta en círculo no me dejó vencida,
me detuve y de un jalón abrí la cajuela
un jalón nada más
junté las maletas viejas,
los regalos sin abrir y los quemé.
Kryzia Villada (Santa Clarita, Estados Unidos, 1989)
Estudió Antropología Lingüística, en San Diego. Actualmente, estudia Cinematografía en Madrid y continúa sus estudios a distancia en Ciencia Política y chino mandarín en la Universidad de Hawai’i.