Selección poética de Sebastián Figueroa

Perros en la nieve

Los perros del norte
pasan la vida callados
como esfinges sin tragedia
pero las ambulancias
o los coche-bombas
rompen el cogollo
en la oreja cortada
sin que nadie se alarme.

Los perros del borde
son bucólicos y atrabiliarios
ovejas que pastan
sobre lodo endurecido
mientras Nemoroso hiberna
arropado de marmotas.

Pobres perros de solitarios dueños
cantar quiero su lamento
de coyote sin luna
a la hora en que descansan
las neuróticas ardillas.

Pero no se escuchan más
que paseos depresivos
entre pizza y pastilla
sobre la nieve orinada.

Ladren los perros
sin temor al barbitúrico
hagan jauría en la noche
y en el parque
rompan la barrera del sonido
del burgués
y todos les sigamos
hasta el monte
de los aullidos.
El zorro de Fairmount Park

El primer zorro vino de arriba
de la boca de lobo
por donde ronca el tren
y chillan las estalactitas.

Al pasar su cola de fuego
la noche se cortó en dos
el árbol se sacudió un búho
y la roca se hizo rama.

Lo vimos perderse
por el costado del río
allí donde viven
las lentas zarigüeyas.

El segundo zorro
emergió del subsuelo
ungido del agua sucia
de los hualves
plegado de huesos
y quemaduras de cigarro.

Su roja presencia no rompió
la noche azul ni manchó
la traza del hurón exótico.

La cola ya no era de fuego
sino flor seca a punto
de ser brisa en el otoño.

Y quizá ya no era ni zorro.

Deja que los mapaches lean
(poema escrito en la biblioteca de la Universidad de Nueva Orleans)


Deja que los mapaches lean
y se enteren de filosofía y de poesía
deja que recorran los anaqueles
obsesionados con un silogismo
sobre los residuos orgánicos
tampoco te opongas
a que instalen su cueva
en las colecciones especiales
y ocupen esas extremidades
extrañamente humanas
en hacer fotocopias
o pasar hojas aburridos
y hasta permíteles que tomen notas
con esos pulgares tan musicales
no sé, ideas que se les vayan ocurriendo
deja que estudien y debatan y analicen
y sean libres de pensar lo que quieran
y hasta que se gradúen basuris causa
con honores y diplomas obtenidos con rabia
y bajen victoriosos
hasta sus alcantarillas académicas
a enseñarle a otros animales
acerca del mundo que los rodea.

Cafeína para Tenoch

Un día tu madre se distrajo
y se tomó una taza de café
y luego otra con el pastel
de chocolate de una colega
que justo estaba de cumpleaños ese día
y luego por la tarde aprovechó
unos caramelos en el fondo de su bolsa
y quizá le dio un trago a mi coca cola
a la cansada hora de la cena

hasta ahí todo bien

el problema vino a medianoche
cuando comenzaste a revolcarte
en el océano de la madre
un cardumen de peces dorados
jugando en un bosque de algas
nunca vi sacudirse tanto ese vientre
con tus decenas de patadas por minuto
medidas con el estetoscopio
que salí a comprar corriendo
en la última farmacia del pueblo
hasta llamamos a la urgencia
pero dicen que el movimiento
es bueno, el problema es lo contrario
así que nos quedamos pendientes
tomados de la mano
en la banca del patio
bebiendo mucha agua
y contando tus latidos bajo
las lejanas estrellas del trópico.


Sebastián Figueroa. Escritor y profesor de español en la Universidad de Nueva Orleans. Es autor del libro de poemas Dracma (Valdivia, Serifa, 2016) y de numerosos ensayos sobre
literatura y cine.

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